
Existen dos nombres ingleses que han quedado inseparablemente vinculados a la tragedia de la Guerra Civil Española. El más reconocido es el de George Orwell, quien, profundamente conmovido por los terribles acontecimientos en España, decidió alistarse en las Brigadas Internacionales y unirse al esfuerzo republicano. De su experiencia surgió Homenaje a Cataluña, uno de los testimonios más relevantes y literariamente destacados sobre el conflicto.
Sin embargo, no fue solo Orwell quien comprendió la trascendencia de la guerra en España. Una generación entera de intelectuales y artistas británicos percibió que aquella contienda era un presagio de las catástrofes que pronto azotarían a Europa. Entre ellos se encontraba otro gran nombre: Benjamin Britten, quien ya en vida fue considerado el mayor compositor británico desde Henry Purcell. Convencido pacifista, Britten vio en la Guerra Civil Española el colapso de todas sus esperanzas juveniles sobre la paz y el progreso.
Un hecho determinante en su relación con España fue su visita a Barcelona en 1936, poco antes del estallido del conflicto. Britten participó en el Festival de Música Contemporánea, organizado gracias a la labor de Robert Gerhard, uno de los compositores más importantes de España. Aquella edición del festival fue histórica no solo por la presencia de Britten, que estrenó su Suite Op. 6, sino por la participación de figuras tan importantes como Anton Webern y Hermann Scherchen, y por el estreno del Concierto para violín de Alban Berg, obra impregnada de un profundo sentido melancólico que resonó fuertemente en Britten.
Este encuentro con la obra de Berg marcó al joven compositor de manera decisiva. Tanto es así que su propio Concierto para violín Op. 15, escrito unos años más tarde, muestra la clara influencia de ese lenguaje sombrío y emocional. El concierto de Britten no solo refleja esta influencia, sino también el impacto que le causaron los trágicos acontecimientos que había presenciado en Barcelona. El violinista español Antonio Brosa, para quien Britten escribió la obra, reconoció que el tercer movimiento, en particular, era un tributo a los voluntarios británicos caídos en la lucha contra el fascismo en España.
Cuando la obra se estrenó en 1940, un crítico del New York World Telegram se mostró impresionado tanto por la música como por la juventud del compositor. En sus palabras: «El señor Britten, un muchacho larguirucho de 26 años, subió al escenario después del concierto y saludó al público tímida y torpemente. Sinceramente, no parecía ser el autor de una obra tan profunda. Pero en la música, nunca se sabe».