A Orillas del Támesis habita en el amor por lo inglés. Sin agitación pero con tenacidad, con rigor y autoridad, deseamos que disfruten de nuestros artículos como de las cosas buenas (el té entre ellas). Si puedes permitirte pagar 1 dólar al mes, conviértete en nuestro mecenas.
En A orillas del Támesis nos hemos complacido en hablar a menudo acerca de viajeros y a viajes, y como nos apasionan las historias antiguas, no podemos hacer más que abandonarnos al deleite de las más estrambóticas que podemos localizar. Para entusiasmar a nuestros lectores con nuestras pesquisas dignas de lords y miembros de clubes de caballeros que no tienen otra cosa que hacer que extasiarse con excentricidades, les haremos partícipes de un reciente descubrimiento literario que nos tiene absolutamente apasionados. Coryat’s Crudities, así se llama el glorioso descubrimiento, es un volumen grueso como el brazo de hércules, de lo más estrafalario, publicado en 1611 y escrito por el excéntrico viajero y aristócrata Thomas Coryat.
MANUAL PARA VIAJANTES
El libro describe con detalle el viaje de Coryat al continente, mayormente realizado a pie, cruzando Países Bajos, Francia, Alemania, Suiza y llegando hasta Italia, así como otros países Europeos. La publicación fue dedicada a Henry, príncipe de Gales, en cuya corte se reían de Coryat como una suerte de bufón más que como el intelectual que pretendía ser el viajante. Pese a todo, la relación del Coyart con la corte es tema no esclarecido completamente, y se discute aún hoy sobre el apoyo financiero que Henry prestó al viajante.

A pesar de esta mala fama, son mérito de Coyart algunas cosas de lo más relevantes. En primer lugar, la introducción de nada más y nada menos que del uso del tenedor en Inglaterra, lugar tan refinado que en 1600 aún se comía ensuciándose los dedos. En segundo lugar, se convirtió en uno de los antecedentes de la avidez turística inglesa y de su interés por realizar los llamados Grand Tour, de los que ya hemos hablado en otras ocasiones a propósito del grandioso Lawrence Sterne. En tercer lugar, en el Crudities se encuentra la primera referencia en lengua inglesa de la historia helvética de Guillermo Tell, que tan apasionadamente ha gustado a los ingleses (y no solo por Rossini).
Este libro casi enciclopédico, una suerte de Guía Michelin elisabetiana, es apto solo para lectores de un determinado talante (abstenerse aquellos que no aguantan el ritmo de otros siglos). Da cuenta de muchos detalles que, a los ojos contemporáneos, parecen de lo más extraordinarios y revelan los usos y costumbres de la vida europea de principios del siglo xvii. Especialmente interesante resulta en el campo musical, una de las debilidades de A orillas del Támesis. Coryat’s Crudities da informes espléndidos sobre la actividad musical de la escuela veneciana en la ciudad de los canales e incluye elaboradas descripciones sobre los festines en las iglesias y los famosos festivales policorales de Giovanni Gabrieli y otros autores de la sublime Venecia de 1600. Como en el siguiente pasaje, estando precisamente en Venecia:
…esa vez escuché mucha buena música en San Marcos, pero especialmente la de un violinista que era tan excelente que creo que ningún hombre podría superarlo. También había sacabuches y cornetas como en la fiesta de St. Laurence. La tercera fiesta fue el día de Saint Roque siendo el sábado y el sexto día de agosto, donde escuché la mejor música que haya existido. (pag. 250)
No hay duda alguna que opiniones como la de Coryat fomentaron el proceso musical que se llevaría a cabo durante el siglo xvii, que no es otro que la italianización de toda la música europea, incluida la inglesa. Por supuesto, la perspectiva de Coryat es estrictamente british, y resulta divertido leer qué impresión le ofrece un lugar tan diferente de la Londres elizabetiana como las ciudades italianas, llenas de color y catolicismo mediterráneo. Pasando por la ciudad piamontesa de Vercelli, en la solemnidad de San Juan, el autor de pies callosos se encuentra en medio de una procesión, de la que comenta en su particular estilo:
…la procesión es un acto muy pomposo y de suntuosa solemnidad. […] Los sacerdotes solemnizaron las calles de esa manera como en París en Corpus Christi, acompañado con muchos muchachos cantando, y hombres delante de ellos en hábito con cirios ardientes en sus manos, y una gran multitud de mujeres y niños, también con cirios ardiendo y en parejas muy ordenadas. A pesar de todo, nunca vi en toda mi vida una compañía tan fea de putas y busconas, y tampoco tan excesivo lanzamiento de improperios y palabras lascivas. (pág. 234)
Pasajes como este abundan en sus páginas, que son un verdadero espejo en el que ver nuestra esencia europea ahora que los ingleses han vuelto a su idiosincrática independencia política. Aunque el libro no goza de gran popularidad (y por supuesto nunca ha sido traducido al español), su nombre se ha extendido un poco gracias a la recreación del viaje que hace veinte años llevó a cabo el humorista Tim Moore en su libro Continental Drifter (2002)
UN VENTANAL AL PASADO
No dejen, estimados lectores, de visitar archive.org (del que nunca, nunca, nunca nos cansaremos de cantar las alabanzas) y de echarle un vistazo a esta maravilla digitalizada. El enlace propuesto les redirige a una espléndida edición de 1905, de cómoda lectura y magnifica presentación. A pesar de sus 400 años, Crudities conserva más frescura que algunas publicaciones que aún tienen el papel caliente y la tinta mojada.
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