Charles Dickens, The Pickwick Papers
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En sus viajes a Londres seguro que sus pasos siempre les llevarán, aunque sea media jornada, al East London. Hay mucho que hacer, sea usted quien sea. Seguramente quiera usted visitar la City, que posee aún vestigios y recuerdos de Guillermo el Conquistador, el último hombre que conquistó Inglaterra.
A día de hoy, el pasado medieval de la City es casi imperceptible. El Gran Incendio de 1666, causado por el descuido de un panadero y muy bien documentado en los diarios de Samuel Pepys, arrasó 13.200 casas, 87 iglesias parroquiales, el ayuntamiento de Londres y la St Pauls Cathedral. Los bombardeos alemanes de 1940, sin fallar ni un día entre el 7 de septiembre y el 2 de noviembre, también hicieron trizas la Milla Cuadrada. Sólo algunas callejuelas oscuras alrededor del Bank of England y de Mansion House sobreviven aún. Callejuelas por las que caminaron las multitudes que asistían a los ahorcamientos en la Tower of London, que junto a algunos de fragmentos de la muralla romana que rodeaba Londinium, conforman los vestigios más antiguos de la ciudad que se convirtió en la urbe más grande del mundo.
Tower of London, conocida como prisión, no fue construida como tal

La Tower of London – residencia real, prisión y hasta zoológico, hoy gran atracción turística, pero recordada, sobre todo, como instrumento de terror – fue encargada por Guillermo el Conquistador en el 1076, más que para defenderse, para intimidar a sus vasallos.
La Torre sufrió grandes reformas en la época de Ricardo Corazón de León, que le permitieron resistir al asedio de su hermano, Juan Sin Tierra, mientras Ricardo luchaba en Tierra Santa. Enrique III, personaje de grandes enemigos, le añadió un foso y nueve torres. Eduardo I terminó las reformas que la dejaron tal como la conocemos hoy.
Testigo de la peste negra o la Guerra de los Cien años, por sus calabozos han pasado ilustres personajes como Guy Fawkes, aunque los episodios más famosos para el ciudadano contemporáneo los protagonizaron las decapitaciones de las mujeres de Enrique VIII, Ana Bolena entre ellas, y de su amigo y notable humano Thomas More.
Cuando el viajero termine de visitar la Tower of London y quizás Tower Bridge, donde se custodian las joyas de la Corona, he aquí nuestro consejo: su visita aún no ha terminado. Vosotros que, crédulos, escucháis los susurros de la imaginación y perseguís anhelosamente el sabor de la cebada, lo que esperáis se cumplirá así como los deseos de vuestra juventud, y las carencias las suplirá el mañana: estad atentos a la historia de The Dickens Inn.
The Dickens Inn, lugar donde ser feliz

A pocos metros encontraréis un muelle interior, en el que a menudo se ven embarcaciones antiguas. Enfrente, tocado de geranios, el padre de las cervezas, el que con su munificencia vierte torrentes de abundancia y esparce sobre londinenses y bárbaros de medio mundo la misma felicidad tibia y profundamente cristiana que nos regaló Dickens en sus historias. The Dickens Inn es un pub pintoresco, reconstruido sobre un almacén del siglo xviii. Ofrece al hombre que quiere ser feliz comida y bebida en el corazón de St Katharine Docks.
Haga como nosotros: entre y primero observe. En poco tiempo verá a un espécimen notable dirigirse, dignamente, a la pantagruélica barra de tiradores de cerveza. Si el espécimen se parece a Mr. Pickwick, mejor que mejor. Mire qué pide y como lo hace. Observe cómo sus dedos se acomodan a las curvas del vaso, y al notar el frescor del maná que contiene, toda su alma se estremece como la cuerda de una lira. Con el primer trago, dadivoso, sus ojos se ciegan plácidamente, con la pureza de un bebé, y su alma, libre, huye de Abissinia. Ordene lo mismo y salga al balcón. Disfrute de las vistas del muelle, del Tower Bridge o de The Shard.
Cuando se haya cansado de la brisa exterior, navegue por sus pasillos y sus sillones. Admire las fotos que nos narran su historia. Cuando en el 1976, Cedric Charles Dickens, nieto de Charles Dickens, inauguró The Dickens Inn dijo: Mi abuelo hubiese amado esta taberna. Estamos convencidos de las palabras serenas y sencillas de Cedric. Dickens, el más grande contador de historias del mundo, amaba y conocía el Támesis y el East London íntimamente. Por eso, en el Dickens Inn, su obra y escenas viven aún en cada rincón.
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